«И спутница [Сына – Это Мария] Магдалина. [Господь любил Марию] более [всех] учеников, и он [часто] лобзал ее [уста]» - “Y la compañera del Hijo, era María Magdalena. El Señor amaba a María más que a todos los discípulos y él con frecuencia la besaba en la boca”. “Los Apócrifos de los Antiguos Cristianos. Evangelio de Felipe” (Traducción directa del antiguo copto al ruso, por I. S. Sventsitskaya y M. K. Trofimova. Moscú, Ed. Мысль, 1989).
“Ella (su madre, M. R.), quería verme evitar la fornicación. Así me lo recalcó con gran interés, haciendo especial hincapié en que me alejara del adulterio con mujeres casadas. San Agustín. “Confesiones”.
No constituyen una novedad los líos de faldas de dos destacados sacerdotes del rito católico, apostólico y romano, el ex arzobispo Fernando Lugo, actual mandatario de Paraguay, y el llamado padre Alberto Cutié, conductor de uno de esos programas de televisión marcados por la banalidad, allá en Miami. Sin embargo, para la gazmoñería oficial, uno y otro han sido objeto de la prensa escandalosa y estarán más cerca del purgatorio que del cielo; en cambio ese ejército de pederastas, pedófilos, abusadores de menores y colaboradores de dictaduras feroces, que sin duda deberán encontrarse más próximos al infierno que del paraíso, ¡de existir semejantes lugares!, apenas han merecido la atención de la prensa amarillista.
Haciendo un poco de historia diremos que en tiempos bastante antiguos, los sacerdotes de cultos que precedieron al cristianismo, tenían sus relaciones con mujeres y formaban familia; el mismo judaísmo, principal raíz del cristianismo, jamás ha pregonado el celibato de sus ministros del culto. Todo lo contrario, los rabinos se casan y en tiempos antiguos, el rabí que permanecía soltero era víctima de sospechas de homosexualidad y señalado como “kelobite”.
Adán “conoció” a Eva, es decir hizo el amor con ella y tuvo hijos, aunque no se registra los nombres de los suegros; el rey David se acostó con la encantadora Betsabé, la esposa del soldado Urías; es decir cometió un adulterio horizontal. Las hijas de Lot aguardaron que llegue la noche para embriagar a su progenitor y turnarse en la cama con él. Es que, según los expertos en estos asuntos, en la oscuridad la carne tienta y los deseos se vuelven incontenibles.
Jesús, según la tradición fue un rabí; por tal razón se le conoce como el “Rabí de Galilea”; en consecuencia, no es de extrañar que haya tenido su compañera, María de Magdala, como se conjetura. Justamente en uno de los evangelios apócrifos, el de Felipe, se relata la amorosa relación de Jesús con su compañera.
Por otra parte, de acuerdo a algunos historiadores bien documentados y libres de los cepos dogmáticos, como Robert Ambelain, Paulo de Tarso fue un fornicador; él y Costobaro, su pariente, hacían correrías, les atraían las caderas de las jóvenes hebreas, que se mecían como las espigas de trigo al viento y Paulo habría sufrido el mal sifilítico, adquirido por doble vía: heredó de su abuelo, Herodes el Grande, que asimismo fue un mujeriego incorregible (por tal razón, hasta la actualidad se alude al “colchón de Herodes”), y quien, según el historiador Flavio Josefo, murió a consecuencia de una enfermedad venérea, que se estima fue dicha sífilis; luego, porque el mismo Saulo fue un promiscuo en su juventud.
Y si recordamos las “hazañas” de unos cuantos papas, entonces tenemos una “papa caliente” entre las manos. En primer lugar en cuanto a reinados absolutos, los papas reemplazaron a los césares y se convirtieron en pariguales de los monarcas europeos; muchos tuvieron escandalosas aventuras amorosas. Anacleto, por ejemplo, tercer papa, estuvo casado y se pronunció a favor del matrimonio; Sotero (166 - 175), compartió su vida con dos bellas damas, Priscilla y Maximilla, quienes le acompañaban a este “toro reproductor” a todas partes; desde luego, Sotero jamás podrá compararse con Salomón, aquel que tuvo ¡700 esposas y 300 concubinas!; Silvestre (314 – 335), molesto con los amores ilícitos de los sacerdotes, prohibió que estos se casen por segunda ocasión (¡11.000 curas vivían en concubinato!).
A Sixto III (432 – 440) se le acusó de haber violado a la religiosa Chrysogonie; San Agustín, el más grande teólogo de la antigüedad tardía, tuvo con su amante Floria Emilia, un hijo, Adeodato. Ella, que revela ser una mujer inteligente y muy instruida, le reprocha cuando es abandonada: “¿Acaso no te entregaste a mi de ese modo en nuestra ardiente juventud? ¿No te seduje yo ‘recatada y delicadamente’?” (Cf. Vita Brevis. Carta de Floria Emilia a Agustín Aurelio, Ediciones SIRUELA, España, 2006).
Se relata que otro papa, Juan VIII (872 – 882), murió envenenado y rematado a martillazos en la cabeza, al no surtir inmediato efecto el veneno que le administraron. ¿Los autores? Los indignados padres de una dama romana a la que Juan ¡le “había quitado su marido”! Sergio III (904 – 911), incurrió en adulterio con la cortesana Marozia; León VIII, murió de un ataque al corazón mientras copulaba con su querida. ¡Qué muerte más dulce la de ese Vicario!
¿Y qué decir de los escándalos de Alejandro VI (1492 – 1503), el papa que habría tenido amores incestuosos con Lucrecia, su hija?; ¿Qué decir, en nuestro tiempo, de los sacerdotes gays y de los miles de niños y niñas víctimas de abusos sexuales de religiosos pedófilos, en varios países en donde el catolicismo es el principal credo religioso?
En estos días se desató un nuevo escándalo, luego de una investigación de 10 años en un país europeo: “Miles de niños sufrieron sistemáticamente abusos sexuales en orfanatos, escuelas y reformatorios irlandeses dirigidos por la Iglesia Católica” (Cf. El Comercio, jueves 21 de mayo de 2009, p. 8. Cable AFP, DPA) Con razón la teóloga Uta Ranke-Heineman lanzó, cual ígneo dardo lo que sigue: “El Vaticano es una sociedad desexualizada de homosexuales” (Cf. El País, 26-10-1990).
¡He ahí el resultado de la introducción del celibato obligatorio en el clero católico el año 1139, en el Concilio Lateranense!
Por lo brevemente expuesto, ¿por qué escandalizarse que el ex arzobispo Fernando Lugo haya enamorado a algunas agraciadas chiquillas, entre las cuales se cuenta una doncella que le entregó su inocencia cuando tenía apenas 16 primaveras y él ya era un hombre maduro? Desde luego, en este caso el galán religioso ha resultado ser ¡un experto en estupro!, y eso sí consideramos reprochable y merecedor de ejemplar castigo. ¿Y qué cosa de admirarse es que el “padre” Alberto Cutié haya sido sorprendido con una despampanante fémina en una playa de Miami, ella protegida sus partes íntimas apenas por una tanga, mientras recibía las caricias en sus voluptuosos muslos que “parecían pececillos dormidos” (recordando el poema de García Lorca), de parte del “Rubirosa” de escapulario y sotana?  El Vaticano debería terminar con esa institución anquilosada del celibato y permitir que religiosas y religiosos se casen, como se acostumbra en la ortodoxia, en la que los popes (curas) forman su hogar y tienen hijos. Sería el remedio para disminuir el creciente número de pederastas, gays o lesbianas en el seno de las organizaciones confesionales. Caso contrario, continuará la rebelión sexual de las sotanas.