De alguna manera en verdad todos somos poetas. No en vano un adagio afirma que “De músico, poeta y loco / todos tenemos un poco”. Por ende, todos somos capaces de hablar y escribir con expresiones poéticas; a veces también motivados por las circunstancias que vivimos en esos momentos. Esas expresiones que fluyen de nuestro interior, pertenecen al ámbito de la lírica. De modo que la lírica es lo “humano individual” y así la lírica es subjetiva; porque cada individuo vive en su mundo, con su cosmovisión exclusiva. Sabido es que la palabra “lírica” deriva de “lira”, un instrumento musical de cuerdas que utilizaban los antiguos griegos para cantar sus poemas. Su invención se atribuye a Hermes, quien según la leyenda, hizo “con el caparazón de una tortuga, los cuernos de un carnero y los nervios de los bueyes robados a Apolo”. La lira era un arco de madera, compuesto por una caja armónica, con dos lados reducidos en curva hacia arriba, unidos por una delgada tablilla, que servía para el enlace de las cuerdas en número variable, que salían del centro de la caja armónica. Entonces la poesía lírica es la “resonancia” del poeta, salida de la “caja armónica” de su interior personal, influida por los acontecimientos de su vida o los estímulos de su cosmovisión, trasformada en ideas y sentimientos. Y así, con estos antecedentes, apreciemos la lírica de un gran poeta español, conociendo primero su semblanza.
JOSÉ MARÍA PEMÁN Y PEMARTÍN Nació en la ciudad de Cádiz (España), en el año 1898. Su padre se llamó Juan Gualberto Pemán y Maestre, y su madre fue la señora María Pemartín y Carrera Leborde Aramburu. De niño José María recibió educación católica en el Colegio del Oratorio de San Felipe Neri, de Cádiz. De joven tuvo contacto con los jesuitas de la Residencia de Cádiz, quienes le dejaron la impronta religiosa que pervivió en su vida y en su obra literaria. Hizo el servicio militar en Cádiz, en el cuartel de artillería de la Bomba. Estudio Derecho en Sevilla, doctorándose después en Madrid, con la tesis “Ensayo sobre las ideas filosófico-jurídicas de la República de Platón” (1921). A los veinticinco años de edad, en 1923, contrajo matrimonio con la señorita María del Carmen Domecq Rivero Núñez de Villavicencio y González; procreando varios hijos. Por su creencia religiosa y su calidad de conservador, José María tuvo una actividad política cuestionada; pero en cambio fue muy elogiado como intelectual y poeta. Desempeñó varios cargos públicos y obtuvo diversos triunfos y premios literarios. EL 17 de Julio de 1939, la ciudad de Cádiz y la Sociedad Gaditana de Fomento, con su Ayuntamiento al frente, le tributaron un homenaje clamoroso, por ser uno de sus hijos más preclaros; y en reconocimiento nacional, en el Gran Teatro Falla, cuarenta jóvenes hermosas, procedentes de todas las provincias de España, le entregaron cada una un artístico pergamino, resaltando su valía universal. En el año 1941, José María recorrió Argentina, Chile y Perú; pronunciando conferencias sobre la espiritualidad histórica hispanoamericana. Y el Perú le concedió la presea Gran Cruz de la Orden del Sol. En 1974, la Universidad de Sevilla le nombró Doctor Honoris Causa de la Facultad de Filosofía. Y en el año 1981, en su misma ciudad natal de Cádiz, José María murió cristianamente en su casa, “con un crucifijo entre sus manos”; luego de pedir que se leyera su poema “Al Cristo de la buena muerte”. En resumen José María Pemán y Pemartín fue poeta, novelista, ensayista, dramaturgo, periodista. Doctor en Derecho. Orador admirable. Miembro de la Real Academia de la Lengua Española. Colaborador de los principales diarios y revistas de España. Uno de los mayores líricos españoles. Logró muchos éxitos en el teatro, por su valor escénico, lleno de originalidad y humanismo..
Sus principales Obras son: Se la vida sencilla, 1923; Nuevas poesías, 1924; A la rueda, rueda, 1929; El barrio de Santa Cruz, 1931; Elegía a la tradición de España, 1933; Señorita del Mar, 1934; Poema de la Bestia y del Ángel, 1937; y, Las flores del bien, 1946.
Y ahora apreciemos su lírica, en la tercera parte de su poema “Elogio de la vida sencilla”: Quiero gozar cuanto pueda y, con acierto y medida, gastar moneda a moneda el tesoro de la vida;
más no quiero ser jamás como el que amontona el oro y no goza del tesoro por acrecentarlo más.
Quiero gozar sin pasión, esperar sin ansiedad, sufrir con resignación, morir con tranquilidad;
que al llegar mi postrer día quiero pensar y decir: “Viví como viviría si ahora volviera a vivir;
viví como un peregrino que, olvidando sus dolores, pasó cogiendo las flores de los lados del camino;
cantando, he dejado atrás la vida que recorrí; pedí poco, y tuve más de lo poco que pedí,
que si nadie me envidió en el mundo necio y loco, en ese mundo tampoco tuve envidia a nadie yo”.
José María Pemán y Pemartín (Español. 1898-1981)
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